La reciente crisis financiera del Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (Icetex) ha desatado un clima de incertidumbre que pone en riesgo el futuro académico de más de 260.000 jóvenes. Estos estudiantes, provenientes principalmente de los estratos 1, 2 y 3, dependen de los créditos educativos para financiar sus sueños de acceder a la universidad. Sin embargo, el panorama actual está demostrando una vez más la incapacidad del gobierno nacional para garantizar un sistema educativo inclusivo y sostenible.
Desde agosto de 2024, el Icetex enfrenta graves problemas financieros debido a que el Ministerio de Hacienda solo ha trasferido 480.000 millones de los 1.5 billones esperados por la entidad educativa que serían destinados a cubrir matrículas en instituciones de educación superior. Esta situación ha dejado a los estudiantes en un limbo, mientras que el déficit proyectado para el presupuesto del próximo año supera el billón de pesos.
En este contexto, la actuación del ministro de Educación, Daniel Rojas, ha sido lamentable. En lugar de asumir una postura firme y trabajar articuladamente para resolver la crisis, ha optado por “tirarle la pelota” al Ministerio de Hacienda, evidenciando improvisación, falta de planeación e incluso indiferencia por el futuro educativo de los jóvenes. Esto no solo retrasa soluciones que deben ser tomadas de manera urgente, sino que deja claro que los jóvenes colombianos no son una prioridad para quienes hoy están al frente de las políticas públicas de educación.
Resulta particularmente doloroso que la mayoría de los afectados depositaron su esperanza y voto en el actual gobierno, creyendo en la promesa de una educación gratuita y de calidad. Sin embargo, esa promesa se ha convertido en una amarga decepción, mientras el gobierno plantea soluciones sin sustento técnico, como la transformación del Icetex en la llamada “Banca del Saber”. Aunque esta iniciativa busca reducir la dependencia del presupuesto nacional, no responde al problema inmediato ni garantiza que los recursos lleguen a tiempo para cubrir las necesidades de financiación de los estudiantes.
La crisis del Icetex es mucho más que un problema financiero; es un reflejo de un gobierno que, en su discurso, prioriza la educación, pero en la práctica improvisa en detrimento de los estudiantes. La falta de recursos, la ausencia de coordinación interinstitucional y la demora en las soluciones no solo hipotecan el futuro de miles de jóvenes, sino que también amenazan con aumentar la deserción universitaria y profundizar las desigualdades educativas en el país, situación que supuestamente el actual gobierno había prometido revertir como bandera de campaña.
El gobierno debe garantizar de inmediato el total de recursos para cumplir con los compromisos del Icetex, no solo la renovación de créditos educativos a 144.000 estudiantes hasta el 7 de marzo como recientemente anunció. Se deben desarrollar estrategias sostenibles en el tiempo, que eviten perpetuar la crisis a futuro. Asimismo, se necesita liderazgo y coherencia desde el Ministerio de Educación, no excusas y mucho menos recurrir, como se ha vuelto costumbre, “a la política del retrovisor”.
Es hora de que el gobierno nacional recuerde que cada crédito educativo congelado o cada matrícula no pagada es una puerta que se cierra para un joven que sueña con un mejor futuro. Este es el momento de cumplir con las promesas, demostrando que la educación es el eje transformador que tanto se proclamó en campaña. No hacerlo sería traicionar no solo a los estudiantes, sino al país entero.