En las elecciones de 2022, Gustavo Petro gana la presidencia de la república y para muchos analistas se consideraba un hecho histórico, el inicio de una nueva era por ser el “primer gobernante de izquierda, en llegar al poder.
Bajo la lógica del “cambio” se prometió incrementar los ingresos para el gobierno, cambiar el modelo de salud, pensiones, el régimen laboral y llegar a la paz total.
Sin embargo las promesas de cambio han tenido como sustento, una narrativa de confrontación y de reivindicaciones por parte de Gustavo Petro, que han marcado el estilo de gobierno y por tanto su relación con los sectores opositores, ya en la posesión del 7 de agosto el presidente decía: “Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder”.
Así el cambio empieza tomar ese cariz de chocar en vez de concertar, imponer en vez de hacer consensos, señalar en vez de convocar, en últimas confrontar lo que no se parezca al pensamiento del presidente.
Sin embargo esta lógica confrontacional viene acompañada de insinuaciones de “golpe de estado” contra Petro y la constante es que, es él quien siempre denuncia y señala los golpes generando una atmósfera de incertidumbre en la democracia y de victimización por ser él
quien representa el cambio.
Estas denuncias se dieron desde el proceso de elecciones, cuando el candidato Petro señalaba que “no quieren que haya elecciones el 29 de mayo porque saben que van a perder.
Están intentando un golpe contra el voto popular” (Infobae, 21/05/2022).
Denunciar golpes de Estado en el año 2024 parece reafirmar una conducta, un patrón de comportamiento por parte de Petro, y como ejemplo el portal la Silla Vacía ha informado que por lo menos desde el año 2013, éste ha hecho 11 denuncias de golpes de estado, incluso a
nivel de mandatarios locales.
Ya para 2023 señalaba que militares retirados de la fuerza pública querían darle un golpe de estado porque él (Petro) quería acabar con la impunidad. Toda la lógica de los golpes denunciados viene acompañada de un discurso en el cual los supuesto golpistas quieren impedir el cambio, ó mantener la impunidad o que no aceptan que el presidente representa las “clases populares” y el querer sacarlos de la pobreza.
Pero hay que agregar que los golpes de estado que denuncia el mandatario, unos son blandos, y son parte de una estrategia legal, para “tumbar al presidente”, por que los organismos de control abren investigación contra decisiones u acciones del candidato o del presidente, como es el caso del Consejo Nacional Electoral y los topes de financiación de la campaña.
Como parte de esta narrativa golpista, el presidente señala que “mordisco” quiere atentar contra el presidente, se habla de informes desde la embajada americana sobre preocupaciones por la seguridad del mandatario. Con lo cual estas informaciones tendrían un mayor sustento, sin embargo no se ha presentado evidencias, ni se tiene informaciones de investigaciones al respecto, más allá de las declaraciones en las que el presidente dice que presentará las pruebas antes de diciembre de 2024. Aquí en este escenario la conjunción es de políticos corruptos, narcotraficantes mexicanos y sectores de disidencias de las FARC que estarían detrás de estos planes.
Desde los años 90 no se hablaba de golpes de Estado, siendo Samper el presidente en aquellas épocas, razón para preocuparnos, pues no es común en nuestro sistema político este tipo de acciones. Esperamos que estas narrativas no sean más que la reafirmación del estilo de Petro de tener “enemigos” y que esto le favorezca sus estrategias de marketing político, nada más.
Viendo el estilo de confrontación, de descalificación y de imposición del presidente Petro, el golpe de estado es vital para su narrativa, para su justificación de martir y su papel de víctima que no puede gobernar bien, pues siempre hay fuerzas contrarias que atentan contra el gran
cúmulo de buenas intenciones del gobierno. En esta narrativa pareciera que el presidente deseará que en realidad se antetará contra su persona y su gobierno, como si fuera el final de una historia que debe llevar al héroe a su punto de aniquilamiento, para lograr un final épico.
Al final, todos queremos que el presiente Petro, termine su mandato, que salga como todos los presidentes, entregando la banda presidencial al nuevo mandatario electo. En este sentido, siendo Colombia una de las democracias más estables del hemisferio, solo podemos decir
“de golpes de estado líbranos Señor”.