En su campaña presidencial, Gustavo Petro se presentó como el líder del cambio, prometiendo reducir las desigualdades y erradicar la pobreza que afecta a millones de colombianos. Estas promesas generaron esperanza en una población cansada de las dificultades económicas y sociales. Sin embargo, a dos años de su mandato, los resultados son desalentadores. Según el reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Colombia ocupa el vergonzoso lugar como el segundo país con mayor población en condición de pobreza en la región, con más del 30% de su población en esta situación, superado únicamente por Honduras, donde más de la mitad de los habitantes está por debajo del umbral de la pobreza.
Esta alarmante cifra contrasta con las expectativas generadas por el presidente Petro, quien en sus discursos constantemente promete un país más equitativo. Pero sabiéndose lejos de cumplir con ese objetivo, ha optado por hacer uso de la “política del retrovisor”. Este enfoque no solo refleja una falta de responsabilidad, sino que también evidencia su incapacidad para implementar soluciones reales que beneficien a quienes él y su fórmula vicepresidencial denomina “los nadies”.
Señor presidente, aunque usted no lo crea, y a pesar de los errores y deficiencias que pudimos haber cometido en el gobierno y que por supuesto reconocemos, los que usted denomina “nadies” para nosotros lo eran TODO, pues trabajamos incansablemente para llevar condiciones de bienestar a las personas con mayores necesidades; incluso en medio de la pandemia, se lograron avances significativos en la lucha contra la pobreza.
Durante este difícil periodo, las políticas macroeconómicas responsables promovieron inversión, generaron empleo y brindaron asistencia social fiscalmente responsable; en este periodo, tras la pérdida de 5,7 millones de empleos en abril y mayo de 2020 debido a la pandemia, estos se recuperaron en su totalidad, reflejando una efectiva reactivación económica; así mismo, el gobierno implementó estrategias como la política pública de “Economía para la Gente”, invirtiendo $1,7 billones en 637.000 micronegocios, lo que contribuyó a la recuperación económica post-pandemia, esto repercutió en el crecimiento de la economía en un 10,6% para 2021, superando las expectativas proyectadas para ese entonces, sin mencionar que durante el gobierno pasado se realizó la mayor inversión social del siglo XXI en Colombia, con más de $28,8 billones de pesos invertidos en programas de transferencias que beneficiaron a más de 10 millones de familias. Estas acciones demostraron que, con voluntad política y gestión eficiente, es posible mejorar la calidad de vida de los colombianos más vulnerables.
Sin embargo, en el panorama actual, el retroceso es evidente, pues, en el primer año de gobierno, entre agosto de 2022 y julio de 2023, la economía “logró” un crecimiento promedio anual del 2% y para el segundo año, que abarca de agosto de 2023 a julio de 2024, el crecimiento se calcula cercano al 1,3%. Estos números reflejan un enfriamiento económico que preocupa por su impacto en el bienestar de los colombianos. Aunado a que mientras la CEPAL señala que la tasa de pobreza en la región disminuyó en 2023 pasando de de 51,2% a 27,7%, alcanzando su nivel más bajo desde la pandemia, Colombia sigue rezagada, mostrando un estancamiento preocupante. La incapacidad del gobierno para generar confianza, fomentar la inversión y aplicar políticas de impacto social condena a millones de ciudadanos a vivir en condiciones de miseria.
“Las cifras de pobreza no son simples estadísticas. Representan las historias de familias que luchan por sobrevivir, de niños que crecen con hambre y sin oportunidades, y de comunidades enteras que se sienten abandonadas.”
Más inquietante aún es la aparente indiferencia de un gobierno que parece actuar bajo una lógica perversa. Como lo expresó el propio Petro: “Cuando los pobres dejan de ser pobres, y tienen, entonces se vuelven de derecha.” Bajo esta idea, aquellos que él llama “los nadies” enfrentan un futuro más sombrío que nunca, ya que el presidente no parece tener ningún incentivo para ayudarlos a salir de esa condición.
Es hora de dejar atrás las excusas y asumir el verdadero liderazgo. Necesitamos acciones decididas, no discursos y narrativas vacías, para devolverle la dignidad y el futuro a millones de colombianos. Solo entonces podremos decir que estamos ganando la batalla contra la pobreza y construyendo el país que todos merecemos.
